Con el galardón de Profesor Emérito, la universidad reconoce a Vinicio González por haber sido un docente destacado y haber aportado a la cultura guatemalteca con sus obras de investigación.

 

González es odontólogo, sociólogo, catedrático e investigador, de aquellos profesionales que han dedicado su vida al desarrollo del conocimiento a través de su ejercicio profesional. Cuenta con 43 publicaciones, entre libros, ensayos y artículos de revistas, una amplia carrera en la investigación social y una conciencia crítica que ha dejado plasmada en cada una de sus publicaciones. 

 

¿Entre las ciencias médicas y las sociales, con cuáles se identifica más? 

Con las ciencias sociales, hice una integración. Yo trabajé en el campo de las ciencias sociales pero en salud, con programas de investigación y atención. En Costa Rica fui director de planificación de salud, no he olvidado la salud, pero mi enfoque es desde el punto de vista sociológico. 


¿Cómo se siente al recibir el reconocimiento de profesor emérito? 

Para mí es un honor que el Consejo Superior Universitario me diera ese reconocimiento y naturalmente me compromete para hacer nuevos aportes dentro de mis posibilidades para el mejoramiento de la universidad.

Yo tengo dos grandes proyectos que quisiera impulsar,  uno es el de la investigación que había comenzado con la DIGI, sobre la historia demográfica de Guatemala, un tema de interés nacional. Francamente no tenemos una historia demográfica, no hay una secuencia de la Conquista para acá, y yo considero que para comprender el desarrollo del país, es necesario conocer a la población. 

El otro proyecto es impulsar la formación ciudadana democrática de Guatemala, nos quejamos mucho de los problemas de la democracia, pero no tenemos gente demócrata, no hay formación demócrata, esporádicamente se hace, pero ha sido un asunto coyuntural. 

La universidad, por medio de la Escuela de Ciencia Política, con apoyo de las municipalidades, puede establecer un proyecto de formación ciudadana, para que la gente conozca y luche por sus derechos, al mismo tiempo que los proyecta a toda la sociedad. 

La universidad, a través de sus estudiantes, puede tener formación en todas las municipalidades con un convenio y apoyo de cooperación. Este es un proyecto viable y necesario; de lo contrario, vamos a seguir teniendo que lamentarnos de que llegue al gobierno gente incapaz, porque la población no tiene conciencia de quiénes están eligiendo, me parece un punto clave que la universidad no debe descuidar y que es posible impulsar. 

 

En detalle
Doctor en Odontología por la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Magíster en Salud Pública por la Universidad de Chile.
Magíster en Sociología por la FLACSO. 
 

¿Qué recuerda de su época como estudiante?

Yo participé, desde que entré a la universidad, como dirigente estudiantil. En Odontología, por ejemplo, tuvimos un grupo dinámico que logró cambiar algunas cosas en la facultad; esa unidad académica era muy elitista, solo gente de mucho dinero entraba, y se mantenía aislada del resto de unidades académicas. 

En mi época entramos varios estudiantes de institutos nacionales. Logramos democratizar la facultad. En esos períodos de dirección, también se logró hacer extensión universitaria por primera vez, una especie de servicio social; la facultad se volcó a hacer prácticas sociales de odontología en municipios como Patzún.

El Ejercicio Profesional Supervisado (EPS) se fundó con la experiencia de odontología y medicina, tuvimos el apoyo de docentes porque la facultad era reacia a que los estudiantes hicieran actividad clínica sin haberse graduado, pero logramos, con la asesoría de docentes, que se hicieran esas prácticas. Las actividades se realizaron en Patzún durante un año y esas experiencias fueron base para el EPS; a partir de ello, se inauguró el Ejercicio Profesional Supervisado.


¿Hábleme sobre la represión?

Cuando fui presidente de la AEU fue un honor; de las ciencias de la salud, no había habido representantes, y me tocó. Teníamos una serie de planes, pero el contacto con el presidente de la República en ese entonces, Julio César Méndez Montenegro, nos hizo entrar en un campo vedado por el Ejército; la denuncia de las capturas arbitrarias de campesinos, sindicalistas y promotores de derechos humanos. 

Nosotros teníamos información y le avisábamos al presidente de la República, él daba instrucciones para liberar a la gente, eso molestó indudablemente al Estado Mayor presidencial y empezaron controlar al presidente. Él me avisó a través de un papelito que lo empezaron a controlar, inició un control más fuerte hacia mí persona también. 

A finales del año 66 empezó la represión contra el movimiento estudiantil, en ese tiempo Vinicio Cerezo era de Derecho y en Ingeniería estaba Jorge Serrano. Había en toda la universidad una cantidad de gente muy importante que hacía que la AEU tuviera peso y, por consiguiente, era peligrosa para efectos de convocatoria a la población.  

La represión empezó por vía de la Junta Directiva de la AEU y se extendió a las unidades académicas. Nosotros todavía no vivimos el asesinato de dirigentes estudiantiles, eso pasó luego de nuestra asociación. Empezó una represión sistemática sobre toda la universidad. Mucha gente fue asesinada y muchos tuvieron que migrar, eso hizo que los recursos humanos de la universidad fueran diezmados, una etapa que duró toda la guerra interna. 

 

Amplia experiencia docente
Profesor de Sociología, Ciencia Política y Metodología de la Investigación Social en la Facultad de Ciencias Sociales de Costa Rica, Escuela de Ciencia Política de la USAC, programas de maestría en la Universidad Rafael Landívar, FLACSO ECC e Instituto de Administración Pública. 
 

¿Qué me puede decir sobre la Escuela de Ciencia Política?

La escuela comenzó como una especie de instituto, fundada por sociólogos muy importantes de la época, como Mario Guzmán Böckler  y Jorge Mario García Laguardia. La idea era que impulsara el desarrollo de las ciencias sociales, no solo la ciencia política. Al inicio se crearon tres carreras: Sociología, Relaciones Internacionales y Ciencia Política.

Cuando nació era la única de la época, pero nunca tuvo un apoyo económico adecuado. Sin embargo, egresaron varios profesionales que difundieron las ciencias sociales en otras universidades, al punto en el que nos hemos quedado rezagados. 

Hemos peleado para tener el estatus de facultad, pero siempre ha habido inconvenientes de carácter económico y político. La universidad tiene una especie de tradición; tener diez unidades académicas que deciden todo, cuando en realidad las unidades académicas no facultativas son casi la mitad del estudiantado y de docentes, ahí existe un problema de inequidad que ha impedido el mismo desarrollo de la universidad. 

La Escuela de Ciencia Política ha impulsado, sin lograr el estatus de la facultad, la unión de varias escuelas para fundar la Facultad de Ciencias Sociales. Yo supongo que con la reforma universitaria ese va a ser de los puntos claves, que unidades como Ciencia Política, que están al margen de decisiones importantes como la elección del rector, la distribución del presupuesto, los proyectos de extensión universitaria, puedan tener participación. 

 

Investigación

A lo largo de su trayectoria profesional, ha ocupado 24 cargos administrativos y de coordinación investigativa; entre ellos, secretario general del Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA) y director de la Escuela de Ciencia Política. También ha coordinado proyectos de investigación sobre niñez y políticas de vivienda y pobreza a nivel centroamericano. 

 

 

Por Edson Lozano

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