Durante la actividad realizada en el Museo de la Universidad de San Carlos de Guatemala (MUSAC), se conmemoró al médico, urólogo, poeta, excatedrático de la Facultad de Ciencias Médicas y huelguero vitalicio.
José, el “Sordo” Barnoya, fue el heredero de una tradición huelguera, que su padre, el conocido Chinche Barnoya, le inculcó desde temprana edad. Fue el hijo predilecto de La Chabela por herencia y por convicción. Por herencia, porque su padre fue uno de los autores de La Chalana, el emblemático canto de los universitarios sancarlistas. Por convicción, porque no dudaba en afirmar: “Para mí la Universidad de San Carlos es mi segunda madre y mis héroes son los 150 000 muertos de la guerra, las aldeas arrasadas y los intelectuales políticos asesinados porque el pensar ha sido un delito”.
El acto solemne inició con un minuto de aplausos en memoria del Dr. José Barnoya García, asistieron las autoridades universitarias, quienes reconocieron la trayectoria del tan querido y connotado sancarlista. Asimismo, se contó con la intervención de los hijos del homenajeado, Margarita y Joaquín Barnoya Pérez.
Como parte del programa, el Lic. José Luis Perdomo, premio nacional de literatura, destacó la comicidad de Barnoya como una herramienta para criticar su contexto. Lo recordó como un intelectual que dejó un legado en la tradición, la literatura y la medicina, quien supo hacer frente a la persecución política para continuar su labor poética y periodística en favor de la libertad.
Posteriormente, el secretario general, Dr. Gustavo Taracena, dio lectura al Acuerdo de Rectoría Número 0933-2021, el cual manifiesta las condolencias a la familia del Dr. José Barnoya por tan irreparable pérdida. El documento fue entregado a su hija, Margarita; y el reconocimiento póstumo fue recibido por su hijo, Joaquín, de manos del rector en funciones, M. A. Pablo Oliva.
En representación de la familia Barnoya García, su hijo expresó: “Hablamos repetidamente con mi padre de los homenajes póstumos y siempre me dijo: ‘Ya no importan, igual ya no estaré‘. Pues ahora sí puedo decir que importan, y es que la Real Academia de la Lengua Española indica que un homenaje es un acto que se celebra en honor a alguien.
Sin embargo, no lo considero póstumo, ya que, según la misma fuente, estos son elogios que tributan a un difunto. Primero, no son elogios, y, segundo, no hay ningún difunto. Más que elogio, considero este acto un compromiso no solo de parte de la familia y amigos, sino de todas las autoridades universitarias y estudiantes de todas las universidades del país; un compromiso de seguir el ejemplo de un hombre íntegro, curioso, culto pero ante todo humilde. Un hombre que siguió al pie de la letra la frase de Monteforte Toledo, aquella que dice: ‘Hay que pasar del amor a la muerte sin detenerse por la vejez‘”.
Al finalizar el homenaje, el M. A. Oliva manifestó: “José Barnoya es un ícono de nuestra casa de estudios superiores, un ejemplo de profesional, que a lo largo de su vida se caracterizó por ser un médico ilustre, pero la jocosidad era parte de su personalidad.
El Sordo Barnoya, como lo conocíamos quienes le teníamos cariño y aprecio, siempre dejará intactos en nuestros recuerdos sus grandes aportes, como un profesor ejemplar, polifacético, erudito y amante de las letras. Fue escritor de columnas de opinión, de leyendas y poesía, lo que ameritó múltiples reconocimientos.
Creo, sin miedo a equivocarme, que personas como él nacieron para ser líderes, críticos y empáticos con el pueblo, ya que su pertinencia social lo llevó a ser un ícono de la Huelga de Todos los Dolores”.
Añadió: “Siempre será recordado como ejemplo de los valores sancarlistas, una persona correcta e intachable, con un corazón noble que nos entregó con sus acciones hasta el último día”.