Fotografía de Lozano

Los caminos, edificios y salones de la universidad guardan historias y memorias, pero nada habla más que sus muros llenos de imágenes y colores.

Los primeros murales que se hicieron en la ciudad universitaria estaban en la Plaza Rogelia Cruz, el conjunto de edificios que se encuentra alrededor de la plaza fue intervenido artísticamente casi al mismo tiempo en el que fueron terminados de construir. Estos murales fueron elaborados en la década de 1970, algunos han desaparecido y los pocos que sobreviven actualmente están deteriorados.

Un grupo de escritores y artistas se organizaron; entre ellos, el Tecolote Amaya, el Bolo Flores, Luis de Lion y Mario Roberto Morales, con el objetivo de llevar a cabo un plan para muralizar la universidad. Fueron apoyados por la AEU en una época en la que la libertad de expresión era reprimida por la Policía y el Ejército; cualquier expresión en favor de las luchas sociales podía desencadenar el exilio o, en el peor de los casos, la muerte.

Según recuerda Mario Roberto Morales, la idea era muralizar la USAC con una estética pictórica pop caricaturesca. Escribieron frases como “Id y aprended de todos, si no… comed caca”, “Todo aquello por conseguir nos pertenece”, entre otras. Pese a la inconformidad de las autoridades universitarias y la represión policial, los murales pudieron ser terminados; mucha gente llegó a pintar, se generó gran expectativa y cobertura por parte de los medios. “Decían que era irreverente y vulgar lo que hacíamos, pero no era tan vulgar como el ‘No Nos Tientes’ y la huelga; era más artístico y creativo”, comentó Morales.

Actualmente hay una diversidad de murales en el campus universitario que fueron hechos en distintas épocas, con diversidad de técnicas; hay, por ejemplo, grafitis, esténciles, retratos y arte abstracto. Todos hablan, transmiten parte de la historia del país y nos recuerdan a nuestros mártires. Algunos resisten el paso del tiempo y otros palidecen por el olvido.

Maugdo Vásquez López, licenciado en Artes Visuales y catedrático de la Escuela Superior de Arte de la USAC, trabajó murales dentro del campus central como estudiante en la década de 1980. Ahora, como docente, busca reactivar este arte restaurando murales antiguos y realizando nuevos proyectos.

“Hace ocho años empezamos con un movimiento artístico junto a funcionarios del campus central, ellos decían que era necesario poder rescatar en imágenes la historia o las características principales de las unidades académicas. Se maduró la idea y empezamos a trabajar en los murales de Ingeniería, de seis y cinco pisos de alto. Después hicimos uno en Odontología y otro en Ciencia Política, también trabajamos en Antigua Guatemala y en la Plaza Central de Nebaj, Quiché. Ahora estamos terminando un mural en la Facultad de Ciencias Médicas”, cuenta Vásquez, quien ha realizado este trabajo con la ayuda de los estudiantes de Licenciatura de Artes Visuales.

La idea de Maugdo es rescatar el gusto por el muralismo y la pintura con mensaje e historia, y que los jóvenes que están estudiando Artes Visuales puedan continuar con el trabajo pictórico en formato monumental, “pasarles la estafeta”, dice.

El mural es una obra artística pública que se ofrece masivamente, da la posibilidad de llevar el arte a muchas personas en un formato monumental. Los pintores le llaman “película quieta”, porque tiene una lectura; para realizarlos, se debe planificar la composición y la forma en la que se distribuyen los elementos. Además, dependiendo de la temática, se deben investigar los contenidos. “Analizamos qué va a decir la obra del pasado, en el presente y el futuro. No es solo tomar pinceles y brochas, es algo muy planificado”, explica Maugdo.

Platicamos con los estudiantes de Artes Visuales mientras realizaban el último mural. La pieza abarca los cuatro muros internos del segundo nivel del edificio “C“ del Centro Universitario Metropolitano (CUM). Es una obra monumental que hace un recorrido por los eventos y personajes importantes de la historia de la medicina. Aproximadamente fue realizado en dos meses; se requiere esfuerzo físico para subir, bajar andamios y cambiarlos de lugar. Han trabajado de lunes a domingo sin parar, rotándose en equipos.

“He trabajado en los murales del T 9, la experiencia ha sido gratificante. Es un gran reto pintar un mural de siete pisos de alto, física y creativamente. Estar acostumbrado a trabajar en formatos más pequeños y enfrentarse a un monstruo como ese no se siente como una clase más, sino como un trabajo entretenido. También he colaborado en los murales de Ciencia Política”. Dice José Estrada, licenciado en Artes Visuales.

La importancia de los mensajes

Andrea Rosmundo, estudiante de Artes Visuales, dice que los artistas deben hablar por el pueblo y en los murales se busca retratar la realidad, por eso tienen un gran impacto a nivel social; se interpretan con claridad y tienen una gran carga emocional e histórica.

Durante una entrevista que se realizó a Rina Lazo, muralista guatemalteca, declaró: “Mientras la gente no esté viviendo con justicia, tienen que surgir movimientos de lucha. Y mientras se necesite hacer una lucha, los murales tienen importancia porque son un panfleto que está hablando constantemente, que pide que se haga algo por la justicia de la gente del mundo. No se puede vivir tranquilo cuando hay tanta riqueza y tanta pobreza al mismo tiempo”.

Mario Roberto Morales hace una crítica a los mensajes en general que se pueden observar dentro de los murales del campus central. “El muralismo es melodramático de izquierda, populista. El pueblo aparece moreno y sufrido, pero no se ve la liberación, no aparece un pueblo en lucha; eso se debe a las derrotas sufridas por las organizaciones populares. Algunos tienen escenas muy románticas y alegorías demasiado idealistas, como la diosa de la sabiduría pariendo estudiantes que se convierten en profesionales brillantes y serán la  salvación del país, pero acá la gente se gradúa y  no encuentra trabajo. Nadie puede liberar a una sociedad si es marginado o dependiente, creo que debe ser otro el discurso. Hace falta establecer discursos para engrandecer a la USAC, pero basados en nuestra propia historia. Hace falta un discurso más esperanzador donde exista un pueblo organizado y estudiantes organizados que ven hacia el futuro. La idea no es triunfar como profesionales, sino hacerlo como pueblo, porque la USAC es pueblo”.

Jacqueline Contreras, otra de las estudiantes que participa en la realización de los murales, dice que toda área vacía necesita un relleno creativo. “Un mural decora un espacio, lo hace más familiar, hace una unión. Es una conversación entre la pintura y los espectadores, la idea es hacer algo divertido que los llene, que reaccionen a los colores y se pongan de mejor humor”.

El trabajo de los estudiantes de Artes Visuales tiene alta demanda y proyectos pendientes. La Facultad de Agronomía solicitó la restauración de murales realizados durante los años 80 y la creación de nuevos murales. También hay solicitudes de murales en Quetzaltenango y Salamá. “Es un movimiento que empezamos, los jóvenes se lo están gozando, hay vocación, el trabajo de mural es bastante cansado, pero la satisfacción es grande”, puntualizó Maugdo.

Por Edson Lozano

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