Una reseña histórica sobre la fundación de la USAC
El 31 de enero de 1676 quedó plasmado en una real cédula el nacimiento de la primera universidad de Centroamérica; antes de este hecho, transcurrieron más de 120 años, en los que se realizaron múltiples proyectos para perfeccionar el concepto de universidad.
La educación superior en la Ciudad de Guatemala fue el sueño de una sociedad que necesitaba profesionales para impulsar el desarrollo y atender las necesidades de la población. La lucha para que la herencia académica de las universidades de España fuera sembrada en Guatemala inició el 1 de agosto de 1548, mediante un texto que el obispo Francisco Marroquín remitió al rey de España, Carlos II, donde solicitaba la fundación de una universidad.
Con ese intento primario, el obispo requería que enviaran al país un gramático, un filósofo, un teólogo y un canonista, de las universidades de Salamanca y Alcalá. Para ese entonces, un modelo similar a las instituciones de educación superior españolas era la Universidad de México, que contaba con las cátedras de Leyes, Decreto, Cánones, dos de Teología, una de Sagrada Escritura, Artes (Filosofía), Retórica y Gramática; posteriormente, la cátedra de Medicina se fundó en 1574.
Entre las razones que daba Marroquín para instituir una universidad, decía que las generaciones estaban creciendo y no tenían estudio, la Ciudad de Santiago era una de las mayores provincias y consideraba a la universidad como un pilar para su crecimiento.
Durante el período de 1554 a 1671, José Mata Gavidia (2015), en el texto Fundación de la Universidad de San Carlos de Guatemala, expone que en 21 ocasiones posteriores se continuó solicitando el asentamiento de una institución de educación superior. A las peticiones de Marroquín, se sumó la Real Audiencia, el episcopado, los cabildos y procuradores de la ciudad, quienes requirieron con vehemencia al Consejo de Indias una universidad.
En 1563, tras 15 años de solicitar la universidad, Marroquín dirigió su última carta a España, en la que reafirmó la necesidad de instituir una universidad con los mismos argumentos expuestos en ocasiones anteriores. Como una propuesta para suplir las necesidades formativas, el obispo planificó, un año antes de su muerte, fundar el Colegio de Santo Tomás de Aquino.
En su testamento, de fecha 5 de abril de 1563, dejó dinero y un espacio físico que servirían para el establecimiento del Colegio de Santo Tomás de Aquino: “Yten declaro que por cuanto el Valle de Jocotenango, que comienza desde el cercado que está en saliendo de la ciudad y llega hasta esa parte del Molino de Victoria, toda aquella anconada que está a mano derecha, que lo hube de Juan Celada con facultad de sus herederos, declaro que este siempre lo he tenido para hacer un colegio, e así lo declaro que no lo tengo por mío, más de la administración para este efecto, digo que todo el dicho Valle de Guatemaltecas e Utatecas, quiero y es mi voluntad que sea del dicho colegio, de ahora e para siempre jamás” (Mata, 2015, p. 15)
La intención del obispo era que en el colegio se conformaran las facultades de Filosofía (Artes), Teología y otras ciencias; sin embargo, los recursos no fueron suficientes. En cartas anteriores, Marroquín explicaba que si hubiera contado con el dinero necesario, él mismo se encargaría de construir la universidad. Como resultado, el colegio fue fundado 58 años después de realizado el testamento, en 1620. La finalidad principal de este colegio fue formar a los hijos de españoles.
En la trayectoria para constituir esta casa de estudios superiores, surgieron instituciones mayores que permitirían de una forma muy limitada proporcionar educación superior, entre las que se encuentra el Colegio del Convento Santo Domingo, Colegio San Lucas, Colegio de la Compañía de Jesús y el Colegio Santo de Tomás de Aquino.
El Colegio de Santo Tomás de Aquino tiene una estrecha vinculación con la Universidad de San Carlos de Guatemala, puesto que concretaba, en gran parte, la petición que tantas veces realizó Francisco Marroquín a la corona española: la creación de un sitio que impartiera estudios mayores; sin embargo, su ideal no fue una realidad sino hasta el 31 de enero de 1676. El terreno y el dinero que sirvieron para constituir el colegio serían utilizados, junto a otras donaciones, para fundar la universidad.
Fundación de la universidad
Pese a las adversidades, la voluntad de Marroquín confluyó, tras décadas, con la de otras personas, para dar paso al proyecto educativo más grande de Guatemala: la fundación de la universidad.
El 14 de enero de 1646 los patronos del Colegio de Santo Tomás y Pedro Crespo Suárez, correo mayor, regidor y alguacil mayor del Santo Oficio, acordaron efectuar una escritura donde este último donaba la cantidad de 40,000 tostones de 4 reales; Sancho de Barahona y su esposa, doña Isabel de Loayza, aportaron una renta de 100 ducados.
Pedro Crespo financiaría las cátedras de Teología (Prima y Vísperas), Prima de Leyes, Prima de Cánones y Prima de Medicina; la dotación de Marroquín permitiría la conformación de la Facultad de Filosofía; y la cátedra de Sagrada Escritura estaría apoyada por Sancho de Barahona y su esposa.
En 1659, el obispo Payo Enríquez de Rivera envió un informe al rey Carlos II, donde se manifestaba la necesidad de fundar un establecimiento de educación superior. Para esa época, en América Latina ya estaban constituidas la Imperial y Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino (1538), en la Ciudad de Santo Domingo, República Dominicana; la Real y Pontificia Universidad de México (1553); y la Universidad de San Marcos (1553), de Lima, Perú.
El 5 de julio de 1673 se recibió la Real Cédula que ordenaba organizar una Junta en la Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, integrada por el presidente de la Real Audiencia, el oidor más antiguo, el fiscal, el obispo y el deán, para que se planificara la fundación de la universidad. Posteriormente, el monarca español Carlos II promulgó el 31 de enero de 1676 la Real Cédula de Fundación de la universidad.
El documento llegó a la Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala el 26 de octubre de 1676. Inicialmente, en la universidad, se impartieron siete cátedras: Teología Escolástica, Teología Moral, Cánones, Leyes, Medicina y dos lenguas.
La nueva institución de educación superior tenía como modelos las universidades de Salamanca, Alcalá y Valladolid, con una organización y procedimientos similares para otorgar grados y realizar concursos de oposiciones para impartir cátedras.
Parte del patrimonio de la Universidad de San Carlos de Guatemala fueron los bienes heredados por Marroquín y el dinero que proporcionaron Pedro Crespo Suárez y su esposa, Isabel Loaiza. No obstante, las donaciones no eran suficientes para que iniciaran las cátedras, por lo que Carlos II otorgó una pensión de 439 pesos para cubrir el presupuesto necesario.
Para dar fin a las funciones que tenía el Colegio de Santo Tomás y que este se constituyera en la universidad, se pidió a los patronos, que eran el prior de Santo Domingo, Fr. Sebastián Mejía y el deán don Jerónimo de Betanzos que cesaran la administración del colegio, con lo cual concluían las funciones del colegio y se reconocía como única institución de educación superior a la Universidad de San Carlos.
La Real Cédula de Fundación declaraba la autonomía de la universidad con respecto a la docencia, puesto que ninguna institución de las que había sido fundada anteriormente tendría injerencia. La universidad no obedecería órdenes religiosas, de ayuntamientos o cabildos y solo estaría sujeta al Real Patronato, con lo cual se determinaba que el fundador de esta casa de estudios era el rey.
Instituciones que antecedieron a la universidad
El ímpetu para fundar la Universidad de San Carlos permaneció vigente por más de 100 años gracias a la conformación sucesiva de distintos colegios; estas instituciones pueden considerarse una serie de ensayos que evolucionaron hasta dar vida a la universidad.
Como primer antecedente, el oidor don Tomás López remitió al príncipe de España, el 9 de julio de 1550, la propuesta de un sistema de estudios que abarcaba disciplinas teológicas, juristas y estudios humanísticos, (Gavidia, p. 90).
En 1620 se fundó el Colegio de Santo Tomás, en el cual se impartían las cátedras de Prima y Vísperas de Teología, Prima de Cánones y Filosofía, posteriormente se incluyó la de Medicina. La institución estaba a cargo de la Orden de Santo Domingo; destaca por tener una visión muy dogmática y pretendía tener el monopolio de los estudios mayores. El colegio fue vetado por el Consejo de Indias en 1628.
Más adelante, fue fundado el Colegio Conventual de Santo Domingo, al cual el papa Paulo V le permitió, en 1625, entregar grados mayores y menores a quienes cursaran por cinco años Artes y Teología; esta autorización duraría 10 años.
El Colegio de la Compañía de Jesús, en 1626, se autodenominó universidad y otorgó títulos en grados de Filosofía y Teología por 10 años. El Colegio de San Lucas, a cargo de los jesuitas, impartía las cátedras de Latinidad y Retórica; esta institución también inició sus funciones en 1626.
Tras todos los intentos por instituir una universidad de calidad, la extensa trayectoria rindió frutos y superó las expectativas de quienes idearon el proyecto de la universidad.
Al respecto, Mata (2015) asevera: “Tanto por su ascendiente salmanticense, por su hermandad con la Imperial Universidad de México, como por haber sido la cuarta universidad de primera categoría de América y la primera por haber nacido con una dote de cátedras y patrimonio el más crecido de cuantas universidades españolas tuvieron hasta entonces sus principios, la Universidad de San Carlos cuenta en su haber un historial secular nada despreciable” (p. 102).
Referencia bibliográfica: Mata, J. (2015). Fundación de la Universidad en Guatemala. Guatemala: Editorial Universitaria.